Por Darío Fiori
La igualdad ante Barracas fue una muestra de un equipo que no logró jugar bien y careció de un funcionamiento efectivo. A lo largo del encuentro, se evidenció la falta de cohesión y de un plan de juego claro por parte del equipo.En términos individuales, hubo actuaciones flojas por parte de varios jugadores de Colón. La falta de un conductor en el campo se hizo evidente, ya que el equipo careció de alguien que pudiera tomar el control del juego, distribuir el balón y generar oportunidades de gol. Esta carencia afectó negativamente la fluidez del juego y la capacidad de crear jugadas de peligro.
Además, los cambios realizados durante el partido parecieron desordenar aún más al equipo en lugar de aportar soluciones. Los ajustes tácticos y las variantes no lograron mejorar el rendimiento del equipo ni generar un impacto positivo en el desarrollo del juego. Esto pone en cuestión la capacidad del cuerpo técnico para tomar decisiones acertadas y encontrar soluciones efectivas durante el transcurso del partido. Es preocupante que Colón haya dejado pasar puntos clave en su lucha por salir del fondo de la tabla. Cada punto es valioso y no aprovechar oportunidades para sumar se vuelve aún más perjudicial.
La única diferencia que hubo en esos 45′ iniciales fue el zapatazo de Juan Pablo Álvarez a lo Enzo Fernández en el Mundial vs. México. En el transcurso, fue un cotejo muy equilibrado. La estadística de la TV marcaba que el equipo tenía mayor porcentaje de pelota que su rival, sin embargo, no garantizaba nada. Colón lo sabía y lo padeció. Tampoco dio grandes dividendos tocar la pelota una y otra vez y entregarla con precisión al pie, porque la mayoría de esos traslados se hizo lejos de la zona de definición, donde se ganan los partidos. Mucho control de pelota y efectividad en los pases en propio campo, se reducían a estadísticas que, puestas en contexto, dejó en claro lo intrascendente del juego del equipo rojinegro.
La cuestión es para qué la tenían, qué hacían con ella, cómo lo gestionaban. Y por el fútbol que intentaron desarrollar en la calorusa tarde noche del Brigadier López quedó en evidencia que no supieron qué hacer con la bocha y, en consecuencia, resultó inofensivos. El rendimiento del equipo fue el de siempre. Atacando por las bandas. A veces intentando ser salida desde abajo pero con equivocaciones. Pasaba poco la pelota por Perlaza en los pies. Quedó claro que les faltó asociación y profunidad en el último trampo del campo. Mostró un juego interno muy escaso y se repitió en centros sin destino fijo o en pelotazos sin sentidos.
Gorosito sugirió más paciencia antes de intentar avanzar sin un destino claro. Más allá de esa apreciación, el inconveniente del equipo es cuando progresaba en el campo. El juego se diluia y las variantes no aparecían. Julián Chicco mostró una falta de sincronización y una presencia inconsistente en el campo de juego. Durante el partido en cuestión, su rendimiento estuvo marcado por su falta de timming en las jugadas y su aparente falta de participación en el juego ofensivo.
En el primer tiempo, intentó asegurar el pase y ser una opción de salida para su equipo, lo cual es importante en su rol como volante central. Sin embargo, hubo momentos en los que pareció esconderse junto a los otros volantes centrales de Barracas Central, lo que generó la sensación de que no estaba dispuesto a mostrarse como una opción de pase. Esta actitud defensiva y pasiva limitó su influencia en el juego y dificultó la construcción de jugadas ofensivas para el sabalero. Además, su reemplazo en el segundo tiempo sugirió que Pipo apueste por una alternativa más efectiva. Esto indicaba que no logró cumplir con las expectativas y no fue capaz de aportar lo necesario para el desarrollo del juego.
Como no sucedía, cada avance del sabalero era forzado y poco frecuente. Luego, cuando se acercaban al área rival, incapaces de dar dos o tres toques en el último tramo, se repetían en centros que no tenían ninguna efectividad, debido a la anemia ofensiva de los delanteros.
La posesión es una característica de la carrera como entrenador de Gorosito. Pero esta noche, en el Cementerio de los Elefantes no logró resolver el problema de por qué Colón quería tenerla tanto si no inquietaba a Federico Villar en un partido muy parejo, donde no había un dominador absoluto y la pelota se repartió en la mitad de la cancha.
En el segundo tiempo, a Colón le costó cruzar la mitad de la cancha en los primeros minutos. La fisionomía no cambiaba, ya que el sabalero seguía fallando pases en salida. A los 13′ Delgado, que cumplió 100 partidos en la institución del Barrio Centenario, de media distancia, avisó con un remate que reventó el travesaño.
El Guapo ya había avisado con algunas aproximaciones. Le faltaba la puntada final. En el cuarto de hora, mala salida de Álvarez, Perlaza perdió una pelota en salida, Tapia la colocó en el ángulo superior derecho de Chicco, que nada pudo hacer. Colón intentaba atacar con mucha gente. Dejaba muchos espacios que Barracas no podía capitalizar. Donde acertaba el pase final, el Guapo se podía quedar con todo en la capital de la provincia. El equipo de Gorosito fue con más ímpetu que con buen fútbol. Ábila quedó sólo y el arquero logró tapar el remate. En el rebote, Pierotti recibió y remató cruzado, rozando el palo derecho.
En el final del partido, centro de Meza (de buen partido) por el costado derecho, Ábila recibió sólo pero remató desviado del arco. En la ciudad más futbolera del país, ninguno fue más Guapo para quedarse con los 3 puntos.
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Fuente: SOY Deportes
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